lunes, 22 de abril de 2013

Austrias Menores


AUSTRIAS MENORES

La principal innovación en el funcionamiento del sistema político de la monarquía española en el siglo XVII fueron los validos. Los validos son personajes, miembros de la aristocracia, en los que el rey depositaba su total confianza. El monarca se desentendía de las labores de gobierno y el valido tomaba las principales decisiones. Suponía la unión de dos elementos: un amigo íntimo y un trabajador eficaz.No fueron un fenómeno exclusivamente español aparecieron en otras monarquías europeas.

Los validos gobernaron al margen del sistema institucional de la monarquía, al margen de los Consejos. En su lugar, como órganos de asesoramiento, crearon Juntas reducidas compuestas por sus propios partidarios. El nuevo sistema significó un aumento de la corrupción. Los validos aprovecharon su poder para conseguir cargos, pensiones y mercedes para sus familiares y partidarios, lo que provocó críticas generalizadas por parte, sobre todo, de los letrados que formaban los Consejos y los miembros de la aristocracia que no gozaban del favor del valido.

Validos de Felipe III: (1598-1621) Duque de Lerma y Duque de Uceda. Validos de Felipe IV: (1621-1665) Conde-Duque de Olivares y Luis de Haro. Validos de Carlos II: (1665-1700) Padre Nithard, Fernando Valenzuela, durante la Regencia de Mariana de Austria (1665-1675), Duque de Medinaceli y Conde de Oropesa (Carlos II).

Otro fenómeno que se generalizó en la administración española del siglo XVII fue la venta de cargos. Lo inició en épocas anteriores la Corona como medio para obtener dinero rápido. Su uso se extendió con Felipe III. Estos cargos se convirtieron en hereditarios, lo que en la práctica significó que la Corona cedía parte de su poder a los que detentaban los cargos. Pese a los muchas protestas que hubo, esta costumbre se mantuvo durante todo el siglo XVII.
-            El valido de Felipe III (1598-1621) fue del duque de Lerma (Francisco de Sandoval), político mediocre y de gran ambición, que retiró de todos los cargos importantes a sus anteriores titulares para colocar en ellos a sus parientes y amigos. El traslado de la Corte a Valladolid en 1600 probablemente estuvo motivada por el afán del valido de acaparar al rey – acercando la corte a su villa de Lerma, además de alejarlo de la peligrosa influencia de la abuela la Emperatriz María. En 1606 la Corte volvió a Madrid. En 1618 Lerma es sustituido por su hijo el duque de Uceda.
-            El valido de Felipe IV (1621-1665) fue Gaspar de Guzmán, el Conde Duque de Olivares, noble andaluz nacido en Roma, educado en la universidad de Salamanca, hombre muy activo, fue heredero de los arbitristas, decidido a emprender reformas convencido de la tradición imperial. Olvares tenía una gran inteligencia política y sincera voluntad de reforma. Felipe IV era un monarca culto y con más interés por el gobierno. Relevó a Olivares en 1643 y puso a Luis de Haro, sobrino de Olivares, modesto y amable, rehuyó el título de privado.
-            Carlos II (1665-1700), tenía 4 años al ser coronado, Mariana de Austria gobierna con un consejo de regencia con tres magnates castellanos y tres aragoneses. La regencia duró de 1665 a 1675. La reina prescindió pronto del consejo y depositó su confianza en el jesuita alemán padre Everardo Nithard, su confesor. La corte se convirtió en un hervidero de intrigas y luchas por el poder. Los validos se sucedieron en el poder: Nithard (h.1668), Valenzuela (h.1677), Juan José de Austria (h.1679), duque de Medinacelli (1679-85), conde de Oropesa (1685 a 91). En un clima de inestabilidad política, agudizado al final del reinado por el problema sucesorio.

Los conflictos internos.
Los Reyes Católicos habían construido el nuevo estado que se había estructurado como un conjunto de reinos unidos por tener los mismos monarcas pero que mantuvieron sus propias leyes e instituciones. Desde el siglo XVI se manifestaron conflictos entre una tendencia centralizadora, que trataba de homogeneizar los territorios de la Corona siguiendo el modelo de reino más poderoso, Castilla, y una tendencia descentralizadora que buscaba el mantenimiento de las leyes (fueros) e instituciones particulares de cada territorio.

A estas tensiones de tipo político se les vino a unir en el siglo XVII las derivadas de la dura crisis económica y social que sufrió la monarquía hispánica.

Felipe III continuó la política de intolerancia religiosa: en 1609 decretó la expulsión de los moriscos. Esta medida afectó especialmente a los reinos de Aragón y Valencia y provocó el despoblamiento de determinadas zonas y falta de mano de obra agrícola.

El valido de Felipe IV, el Conde-Duque de Olivares, trató de que los demás reinos peninsulares colaboraran al mismo nivel que Castilla en el esfuerzo
bélico que agobiaba a una monarquía con graves dificultades financieras. España participaba en esos momentos en la guerra de los Treinta Años. Este proyecto de Olivares, conocido como la “Unión de Armas” desencadenó la crisis más grave del siglo XVII, la crisis de 1640:

LA CRISIS DE 1640
Las necesidades financieras de la monarquía por la Guerra de los Treinta Años (Guerra de los Treinta Años había comenzado en 1618 y las hostilidades con los rebeldes holandeses se habían reanudado) obligaron a aplazar reformas y a recurrir a todo tipo de medidas de urgencia que agravaron la crisis social y económica, sobre todo en Castilla. Los conflictos fueron constantes y se produjeron rebeliones: Vizcaya 1632, Cataluña 1640-52, Portugal 1640-1668, Andalucia 1641 y 1647 a 52, Nápoles 1647, y Sicilia 1647.

El enorme esfuerzo militar que para la Monarquía suponía las continuas guerras europeas y la demanda de sacrificios a los reinos que componían la Corona realizada por la “Unión de Armas” propuesta por el Conde-Duque de Olivares en 1632 precipitaron la crisis de 1640 con dos escenarios principales: Cataluña y Portugal.

La rebelión de Cataluña (1640-1652)
- La causa inmediata fueron los abusos cometidos sobre la población por parte de los soldados, y la negativa a aceptar la Unión de Armas por las cortes catalanas.
- Olivares subestimaba el apego de los catalanes a sus instituciones tradicionales. La gran fuerza eran la ciudad de Barcelona y un campesinado próspero.
- Enfrentamientos entre campesinos y soldados en diferentes lugares, la rebelión se extendió a Barcelona, donde un grupo de rebeldes vestidos de segadores iniciaron un gran motín y asesinaron al virrey, conde de Santa Coloma, el día del Levantamiento del Corpus de Sangre El 7 de junio de 1640. En Tortosa y otras ciudades se hizo huir a tropas reales.
- Enviados de la Diputación de Cataluña fueron a Madrid a manifestar su sentimiento por lo ocurrido e hicieron propuestas no aceptadas, en Madrid predominaron los partidarios del rigor. En Cataluña se impusieron también los partidarios del secesionismo, como Pau Claris, jefe del Brazo Eclesiástico.
- La Generalitat presidida por Pau Clarís se puso al frente de la rebelión. Ante el avance de tropas castellanas, los rebeldes aceptaron la soberanía de Francia. Un ejército galo entró en Cataluña y derrotó a las tropas castellanas en Montjüic. Nombraron al rey francés conde de Barcelona. El 16-1-1641 se proclamaba que Cataluña era una república independiente bajo la protección de Francia. El Rosellón y Lérida eran conquistadas en 1642.
- La crisis económica, unida a un nuevo brote de peste y al mayor centralismo francés, provocó el agotamiento de los catalanes que se rindieron en 1652 a las tropas de Juan José de Austria, bastardo de Felipe IV, con la condición del respeto a sus antiguos fueros.

- El dominio de la Francia de Luis XIII y Richelieu acabó con la reconquista del Principado y la caída de Barcelona en 1652. Sin embargo, la Corona Española perdió el Rosellón y la Cerdaña en la Paz de los Pirineos en 1659.
La rebelión y la independencia de Portugal (1640-1668) - Amplios sectores de la sociedad portuguesa consideraban que la
incorporación a la monarquía de Felipe II les había ocasionado más perjuicios que beneficios: Portugal había atraído hacia sus territorios coloniales a enemigos de España, como los holandeses que habían atacado Brasil y ocupado plaza del Pacífico. España no había garantizado su defensa. (En 1654 Brasil volvió a ser colonia Portuguesa).

- La rebelión portuguesa tuvo un marcado carácter nobiliario, anticastellano e independentista.
- Se proclamó al Duque de Braganza como rey, con el nombre de Juan IV. - La rebelión sorprendió al gobierno, que fue incapaz de atender simultáneamente dos frentes.
 - La nueva monarquía se consolidó con la ayuda de Francia e Inglaterra.
 - España reconoció su independencia en 1668, con Carlos II.
Pese a ser aplastados todos los movimientos, excepto el portugués, Felipe IV mantuvo los fueros de los diversos reinos.

POLÍTICA EXTERIOR
El siglo XVII fue testigo de la aparición y consolidación de un nuevo orden internacional en Europa. Las guerras fueron una constante del que ha sido denominado Siglo de hierro. La cruel Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y, unida a la anterior, la Guerra Franco-Española que culminó en 1659 son buen ejemplo de ello.
La Paz de Westfalia de 1648 puso fin a la Guerra de los Treinta Años. Este tratado significó el triunfo de una “Europa horizontal”, basada en monarquías independientes y en la búsqueda del equilibrio diplomático y militar, y la derrota de la idea de una “Europa vertical”, en la que los reinos estarían subordinados al Emperador y al Papa.

Más que esto, La Paz de Westfalia supuso el fin de la hegemonía de los Habsburgo (Austrias) en sus dos ramas, la de Madrid y la de Viena, en Europa.
El reinado Felipe III (1598-1621) fue un reinado pacífico. Agotada España y sus enemigos tras las continuas guerras del siglo anterior, se paralizaron los conflictos con Francia, Inglaterra y los rebeldes holandeses, con los que se firmó la Tregua de los Doce Años (1609-1621).

Con Felipe IV (1621-1665) y su valido, el Conde-Duque de Olivares, España volvió a implicarse en los grandes conflictos europeos. La monarquía española participó en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), apoyando a los Habsburgo de Viena (Emperador del Imperio Germánico) y a los príncipes católicos alemanes. El fin de la Tregua de los Doce Años (1609-1621) añadió un nuevo frente al conflicto.

El conflicto se inició con victorias de los Habsburgo, como la toma de Breda a los holandeses y las victorias de Nordlingen y la Montaña Blanca en el conflicto germánico. Pronto cambió el signo del conflicto y las derrotas se repitieron, como en Rocroi ante Francia, mientras que franceses e ingleses atacaban las posesiones americanas. La impotencia de los Habsburgo llevó finalmente al Tratado de Westfalia (1648) por el que se ponía fin a la Guerra de los Treinta Años y en el que España reconoció la independencia de Holanda.

La Paz de Westfalia no marcó el fin de las hostilidades. La guerra continuó hasta 1659 contra Francia. Finalmente en la Paz de los Pirineos (1659), Felipe IV aceptó importantes cesiones territoriales, Rosellón y Cerdaña, Artois... en beneficio de la Francia de Luis XIII.

La débil monarquía de Carlos II (1665-1700) fue incapaz de frenar al expansionismo francés de Luis XIV, España cedió diversos territorios europeos en las Paces de Nimega, Aquisgrán y Ryswick. Su muerte sin descendencia provocó la Guerra de Sucesión (1701-1713) al trono español en la que al conflicto interno se superpondrá un conflicto europeo general. La Paz de Utrecht en 1713 significó el fin del imperio español en Europa.

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