FELIPE II
Felipe II fue hijo del emperador Carlos
V y de Isabel de Portugal. Desde muy joven fue preparado para desempeñar su
cargo de rey. Heredó de Carlos I
los reinos y territorios de Castilla,
Aragón, Navarra, el Franco-Condado, los Países Bajos, Sicilia, Cerdeña, Milán,
Nápoles, Orán, Túnez, toda la América descubierta y Filipinas. A estos vastos
territorios se le unió Portugal y su imperio afroasiático en 1580. Con Felipe
II (1556-1598) la hegemonía española llega a su apogeo.
Carlos I había cedido en su abdicación
a su hermano Fernando el Imperio Alemán y las posesiones de los Habsburgo
en Austria. En adelante, dos ramas de la misma dinastía gobernarán
en Madrid y Viena.
Tras viajar por Italia, los Países
Bajos. Felipe II se asentó en la nueva capital, Madrid, en 1561.
La política interior se basó en dos
rasgos: el absolutismo y la intolerancia religiosa. Los principales problemas
internos del reinado de Felipe II fueron la muerte en 1568 del príncipe
heredero Carlos, que había sido arrestado debido a sus contactos con los
miembros de una presunta conjura sucesoria promovida por parte de la nobleza
contra Felipe y la poderosa figura de su secretario Antonio
Pérez, quien finalmente fue destituido y acusado de corrupción. Provocó
la sublevación de Aragón y la condena a muerte del Justicia Mayor de Aragón.
Huyó del país y se convirtió en un activo propagandista contra Felipe II.
Apoyado por los enemigos exteriores del rey, fue un elemento clave en la
formación de la "Leyenda Negra".
Sus sucesivos matrimonios
fueron parte importante de su política exterior. Se casó por
con María de Portugal en 1543 y, tras su muerte, con María I Tudor, reina de Inglaterra,
en 1554. La pronta muerte de la reina que trajo de volver al catolicismo en la
isla, llevó a que Felipe se casara con la francesa Isabel de Valois en 1559. Al
quedarse nuevamente viudo y sin herederos varones, se casó por cuarta vez, en
1570, con su sobrina Ana de Austria, madre del sucesor al trono español, Felipe
III.
La idea de la unidad
religiosa marcó la política de Felipe II. No dudó en intervenir ante la
amenaza de las incursiones berberiscas y turcas en las costas
mediterráneas. Felipe II obtuvo una
gran victoria, aunque no la definitiva, en la batalla de Lepanto
en 1571. En el interior peninsular el monarca reprimió duramente las
sublevaciones moriscas como, por ejemplo, en las Alpujarras
granadinas (1568-1570).
En Europa se enfrentó con Francia
por el control de Italia (Nápoles y el Milanesado). La paz en
Cateau-Cambrésis en 1559 fue favorable a los intereses españoles en la
península italiana.
Tras la muerte de su esposa María
Tudor, las relaciones se hicieron cada vez más hostiles con Inglaterra, que apoyaba
a los rebeldes protestantes en los Países Bajos. El intento de invadir la isla
en 1588 con la Armada Invencible acabó con un gran fracaso que
inició el declive del poder naval español en el Atlántico.
Felipe II no pudo acabar tampoco con el
conflicto político (mayor autonomía) y religioso (revuelta calvinista) generado
en los Países Bajos. Ninguno de los sucesivos gobernadores pudieron impedir que
la rebelión se asentara y llevara finalmente en el siglo XVII a la
independencia de las Provincias Unidas (actuales Países Bajos)
LA UNIÓN IBÉRICA. En 1578 moría
el rey Sebastián I de Portugal en la batalla de Alcazarquivir. El rey
carecía de descendencia y varios candidatos aspiraban al trono que tenía la
dinastía Aviz.
Felipe II, rey de
España y tío del fallecido y descendiente directo del rey Manuel
I de Portugal por línea directa, reclamó sus derechos al trono.
Parte importante de la nobleza y los
grandes comerciantes portugueses favorecía la pretensión española. La unión
ibérica podía traer importantes beneficios políticos y económicos. Las
clases populares portuguesas, sin embargo, no veían con buenos ojos la anexión
a España. La unidad Ibérica duró desde 1580 a 1640.
Finalmente, Felipe II decidió la
invasión de Portugal que encargó al Duque de Alba. Las tropas castellanas
llegaron a Lisboa sin encontrar apenas resistencia. Finalmente las Cortes
portuguesas reunidas en Tomar proclamaron
rey a Felipe II en 1581. Felipe I de Portugal.
Para conseguir la anexión, Felipe se
comprometió a mantener y respetar los fueros, costumbres y privilegios de los
portugueses.
Se creó un Consejo
de Portugal y se suprimieron las aduanas con Castilla.
La anexión significó la unión
de dos enormes imperios. Las posesiones portuguesas en Brasil, África y Asia
pasaron al Imperio de Felipe II. Un imperio “en donde nunca se ponía
el sol”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario